La lista de tareas pendientes de la Unión Europea no para de crecer entre las más conflictivas: salvar el Tratado de Lisboa, los Balcanes, la ampliación, las elecciones...
Joana Socías (http://www.gaceta.es/05-08-2008+seis_desafios_marcaran_nuevo_curso_politico_27_miembros_ue,noticia_1img,8,8,28409)
Madrid. Los eurócratas no tendrán un otoño fácil. Más bien al contrario. La lista de tareas pendientes de la Unión Europea no para de crecer, hasta tal punto que los problemas se acumulan en plena crisis de identidad institucional y creciente incertidumbre económica.
A principios de verano, el presidente de Francia y ahora de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, planteó una ambiciosa presidencia, con pacto europeo de inmigración incluido, aunque pronto se topó con la realidad.
A los 12 días de asumir el liderazgo de los 27, París vio cómo cuatro millones de irlandeses daban al traste con su sueño de hacer una Unión Europea más ambiciosa, más activa, más global. El batacazo era significativo: el presidente Sarkozy había sido uno de los artífices del milagro que permitió pactar un nuevo tratado constitucional. No había plan B, advirtió la Comisión Europea. Y sigue sin haberlo.
Hay muchos temas sobre la mesa europea y no se sabe hasta qué punto hay voluntad política para solucionarlos. Los que siguen son los principales retos que los líderes comunitarios tendrán que resolver después de sus vacaciones.
Balcanes
La detención del criminal de guerra Radovan Karadzic, que ya está en la cárcel de La Haya, ha dado un pequeño impulso a un tema que lleva años tensando la cuerda entre los socios comunitarios: cómo atender la integración de Serbia en Europa. La independencia de Kosovo en febrero pasado complicó la senda europea de Belgrado, el Estado heredero de Yugoslavia, que ahora parece más dispuesto que antes a colaborar con la justicia internacional. Pese al avance, hay mucho que hacer y Holanda no está dispuesta a hacerle la vida más fácil a los serbios.
Economía El fantasma de la recesión no se esfuma del Viejo Continente, al contrario, cobra fuerza y no parece que ningún socio se salve. Además, los líderes de los 27 se enfrentan a una opinión pública cada día más desencantada con los asuntos comunitaros que pide a gritos soluciones a problemas reales como la inflación (4,1% interanual en julio en la zona euro) y la escalada del precio del crudo.
Tratado de Lisboa
Irlanda se comprometió a presentar “soluciones” en el consejo europeo de octubre después del
batacazo que supuso el rechazo del Tratado de Lisboa, en junio pasado. El último de los tratados
pretendía agilizar la decisión interna, dotar de una sola voz a Bruselas en el exterior e instaurar la figura del presidente.
La ratificación del tratado ha continuado pese al no irlandés (Italia ha sido el último en darle luz verde), aunque está claro que será difícil hacer como si nada.
Defensa
Uno de los objetivo del francés Sarkozy es impulsar la creación de una Europa de la Defensa, una
OTAN europea. La herida de la guerra de Irak puede reabrirse. Hay pocos países (Irlanda, los nórdicos, Reino Unido...) dispuestos a ceder en una cuestión tan delicada como Defensa.
Turquía y la ampliación
Sarkozy lo dijo muy claro: sin Tratado de Lisboa no habrá ningún tipo de ampliación, y mucho menos para Turquía. En un momento de incertidumbre y confusión como el actual, la UE podría paralizar la adhesión de Croacia, prevista para el 1 de enero de 2010.
Elecciones al Parlamento Europeo
A pesar de que la renovación de la Eurocámara no se producirá hasta junio de 2009, la campaña en los socios arrancará mucho antes, sobre todo para intentar seducir a los ciudadanos europeos de la importancia de acudir a votar a unas elecciones que registran niveles récord de abstención. La Comisión también renovará todos sus comisarios el año que viene.
Todos pendientes de las euroescépticas Suecia y República Checa
Con la ratificación del Tratado de Lisboa por parte de Italia, ya sólo quedan dos países para que hagan lo propio. Pero no son dos socios cualquiera. En Suecia y la República Checa las ratificaciones están pendientes de los dictámenes de sus respectivos Tribunales Constitucionales, y además, el texto deberá superar la barrera de una clase política y una opinión pública euroescépticas. Nada más conocerse el rechazo irlandés, Praga se sumó al carro de los descontentos con el acuerdo sellado en Portugal.
El presidente checo, Vaclav Klaus, ha hecho repetidas declaraciones públicas sobre la vía muerta en la que se encontraba el documento. Y Suecia, tradicional euroescéptica, parece dispuesta a apurar todos los plazos que haga falta. Madrid insiste en la necesidad de que el asunto sea “clarificado” en el consejo europeo de octubre, o al menos en que los 27 consigan pactar una hoja de ruta que permita saber qué tratado se va a aplicar en las elecciones al Parlamento Europeo de junio, si el de Niza o el de Lisboa. El detalle no es baladí. De aplicarse el del Lisboa, los españoles tendrían que elegir a cuatro diputados más.
El texto de Lisboa, firmado en la capital lusa en diciembre de 2007, pretendía sustituir a la fracasada Constitución Europea y derogar el vigente Tratado de Niza. En principio, su principal aportación es el nuevo marco institucional con el que dota a la Unión Europea, que incluye la creación de un presidente estable de la Unión y de un ministro de Exteriores y de Política de Seguridad (cargo que Javier Solana ocupa de facto).
Asimismo, pretendía suprimir las presidencias rotatorias semestrales, reforzar el papel del Parlamento Europeo y fijar la mayoría cualificada en lugar de la unanimidad como norma general para la toma de decisiones.
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